Tengo la fortuna de aun tener a mis padres, ambos son 2 personas de la tercera edad, cada uno con su paquete de achaques personal que da para la conversación con el vecino, esas charlas donde cada quien habla sobre su dolencia actual.
Mi padre es diabético, pero su mayor mal es la depresión, ya que desde que dejó de trabajar en su peluquería, ya no ve sentido a su vida y poco a poco ha permitido que sus músculos se atrofien por el poco movimiento que tienen.
Diariamente veo como se le dificulta caminar y usa las paredes o cualquier bulto que se cruce en su camino para sostenerse, pero se rehusa a usar un bastón o una andadera que bien pudiera ayudarle a mejorar su movilidad.
Es algo que no puedo entender, no se por qué tal negación a usar uno de estos aditamentos cuyo fin es ese, dar soporte a quien tiene problemas de movilidad, y es algo que no veo solo en mi padre, sino en otras personas de la tercera edad, quienes en vez de apoyarse de estos medios, se exponen a una caída que pudiera tener consecuencias lamentables.
No sé si es la negación de que el cuerpo ya no es lo que era, o el sentir que aun se es autosuficiente, pero es un patrón que veo en muchas personas mayores.
Aun no me toca llegar a esa etapa, no se siquiera si lo haré, pero espero mi mente no se nuble al llegar esa edad, que si bien se considera el ocaso de la vida, creo que aun pudiera tener momentos que permitan disfrutar lo poco o mucho que quede de vida.
Se que nadie experimenta en cabeza ajena, yo quisiera que mi padre pudiera ver las cosas como yo las veo, pero a fin de cuentas no estoy en su piel, y no se todas las luchas que a diario experimenta, esas luchas de la tercera edad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario